lunes, 30 de julio de 2012

SE TIRARON... LOS VIEJOS SE TIRARON

Este sábado 28 de julio, Catasa volvió a reunirse para vivir una experiencia límite. Fiel a los principios que le dieron vida y sustancia, y acorde con el espíritu deportivo que abraza al mundo estos días, Catasa se dio cita para un cruento combate de Paintball y una nueva sesión de canopy/tirolesa, para terminar compartiendo un buen asado de camaradería. La cita fue esta vez en las instalaciones de PirqueExtremo, situadas en los campos de Pirque y dotadas de una geografía rica en situaciones y posibilidades (cerros, llanuras, bosques, etc) a escala perfecta para la práctica de todo tipo de deportes aventura. La empresa es joven aún, por lo que las facilidades eran mínimas, los baños pocos y la organización un tanto suelta, más ello no mermó un ápice el entusiasmo de Catasa.

La llegada al lugar fue, una vez más, caótica. La organización proporcionó coordenadas GPS y dos planos, ninguno de los cuales servía para algo más que para envolver pescado en la feria, de modo que la mayoría nos vimos frenando a concho para no volar la entrada de un condominio ubicado justo ahí en medio de la carretera y donde se suponía estaba PirqueExtremo.  Estaba tan mal hecho el plano que incluso, y por favor capten el profundo sentido de esto: “Ludovico fue el primero en llegar!”. Luego llegó Coco mostrando con orgullo su nueva adquisición proveniente de la casa Citroen en Francia y tercero quien les habla (si weón, lo que pasa es que yo voy hablando mientras tecleo estas cosas)… y los tres perdidos.

“Buen día mi estimado señor” preguntó Sandra a un baqueano que pasaba por ahí en burro: “sería Usted tan amable, Su Mercé, y sólo si no fuera mucha molestia, de indicarnos cuál es la ruta para llegar a un campo de deportes llamado PirqueExtremo?”
“Méih la custión pa rara seorita, no la abía escucháo nunca fijese… pero déjeme preuntarle a la Florencia que está allá en el campo de mi cuñáo, que esa es más rediablaza pa esta cosas fijesé…” y mientras Sandra se proponía esperar la vuelta del baqueano, otros siguieron preguntando obteniendo vagas señas de para dónde podría ser la cosa. En fin, varias vueltas más tarde, finalmente hicimos ingreso al famoso campo, con Eugenio pisándonos los talones y jurándonos que nunca anduvo perdido. Ricardo Solis llegó último… pero llegó. En fin, mientras nos tomábamos un reparador cafecito, Coco entregó los cortavientos de Catasa que había mandado a hacer y que todos nos pusimos de inmediato, pues estaban bastante bien hechos y tiraban harta pinta, vean la foto. (Ah, Recuerden que TODAS las fotos en este blog se pueden ver más grandes haciendo click sobre ellas).

Gracias Coco por la iniciativa. (Ahh, paguen las 5 luquitas del cortaviento poh!)

El grupo completo, incluyendo al que tomó la foto.

En fin, al poco comenzaron los aprestos para la primera patita de la jornada, el combate en paintball. Dejándose de cuentos, este deporte no tiene nada de juego y puede llegar a ser bastante cruento, en especial si no estás bien protegido, porque un balazo te puede hacer recordar a la mamita bien fácil y la adrenalina fluye a torrentes, pues pocas cosas emocionan más que volarle la raja a un enemigo con un huascazo bien dáo, evitando que por el otro lado te pase lo mismo. Esta vez el objetivo era capturar la bandera y llevarla por campo enemigo esquivando las balas hasta el final del mismo. Tres patitas duró el combate, pues debimos desempatar las batallas previas ganadas por cada bando, ganando al final los cosacos negros, dignos hijos del legendario Sergei Ivanovich Korolkov.


Después del combate le tocó el turno al asadito que la organización puso a disposición nuestra. Ludovico, quien es el único de toitita la patota Catasa que sí ha estado en combate real (de guerra) fue curiosamente el único que no participó del combate de mentira, y fue comisionado para encender los fuegos de la parrilla y para pelar apios y paltas, algo que terminó siendo toda una novedad para él, lo que se reflejó en trozos de palta tamaño elefante (hay fotos!). Ya sentados a la rústica mesa pudimos paladear un costillar que estaba harto güeno güeno güeno, nuestras felicitaciones al chef, quien a esa hora ya no se podía mantener en píe producto de quien sabe qué bichos raros y que lo llevaron a pasar el resto de la tarde  en el asiento sobándose la guata recostado en su cacharro.

Después del asado venía el turno de la tirolesa o canopy, disciplina que en anterior ocasión demostró poder gatillar en algunos más viejitos episodios de pánico descontrolado… pánico a la altura… a la resistencia de la cuerda o… en fin, miedo a quedar más plano que el coyote después del porrazo… y esto amiguitos míos es, para algunos, una custión pelúa.

Pero el espíritu olímpico que abraza al mundo estos días hizo el milagro, y fuimos testigos de cómo los viejos se ponían el arnés y, al son de las típicas tallas, se acercaban con el pulso acelerado al colgante. Ver foto:

Chancho Volador previo al despegue. Foto cortesía Ludovico.

Y para hacer la historia corta amiguitos, el chancho volador demostró el porqué de su nombre, Eugenio no pudo hacerse el weoncito delante de sus hijos y, último de la partida, Ludovico ya no tenía alternativa más que lanzarse al vacío. Harto rica la sensación del Canopy…



2 comentarios:

  1. Cabe destacar la valentía de los que vivieron por su "primera vez" la adrenalina del canopy, los dejo retados, para hacerlos sobre el río Maipo, la próxima vez. Lo pasamos muy bien!

    Sandra

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  2. jajajajaj demasiado buenoooo!! tio no se como se le ocurren todas esas cosas, se paso demasiado bien el sabado, seran lindos recuerdos de la familia para toda la vida de la familia

    Besos
    Marion

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