A fines de la
semana pasada aparecieron unos cupones de descuento para una estadía de fin de
semana en un hotelillo en Valpo a un precio tal que había que tomarlo sí o sí y
en ese momento ya! Y algunas brujillas lo hicieron, invitando luego a sus
peoresnada para una escapadita este
mismo sábado pasado. En resumen, lo pasamos shansho shansho shansho y qué jué.
El hotelillo, por
10 lucas la noche, no es un Hyatt pero estaba todo perfectamente limpio, en el
mejor barrio (cerro alegre) y con todo lo básico y esencial que pudiera
pedirse; y como la idea era visitar Valpo y no encerrarse en una pieza de
hotel…
Vilma y quien les
escribe llegamos pasadito el mediodía al puerto y dejamos el cacharro en un
estacionamiento subterráneo para partir a pata hacia el hotel, pues sabíamos
que la calle del mismo estaba en reparaciones. Grande fue la sorpresa de encontrarnos, una vez más, con el ascensor de El Peral
cerrado por reparaciones, por lo que tuvimos que subir con maletas y petacas
por esas malditas escaleras llenas de recovecos y curvas imposibles que te
hacen subir y bajar para llevarte luego, cansado a cagarse, poco menos que al
mismo punto de partida… oh Valparaíso oh… Al final llegamos arriba, sí, pero
debo aclarar que a mí me corría la gota, las piernas me tiritaban y apenas
podía seguir a mi corazón que se había escapado e iba ya como dos cuadras más
arriba…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSPdF-j8D0e4E21zpMFUpL2extr1cgOKZEU6sje_L8VIaKJewfbRe5WlB1nWlr2Ex-gQOdA8qk1nPGp_8ehGasI8XaCHF9iZhrrGq4GRrO5J7FDQ8zEvCRcZDEHgVLKMBWfZTc3qGGWwkA/s320/Valpo001.jpg) |
Lamentable estado físico...pero aún parado! |
Luego de
registrarnos, fuimos con la Mona a un restaurante medio cuicazo llamado “Il
Paparazzo”, que habíamos visto en los tours virtuales previos y que nos tincó
bastante pues decía estar ambientado en esa obra de arte cinéfila que es la
película “La Dolce Vita”. Llegar allí fue otra tortura para mis piernitas, pero
como recorrer esas callecitas en un día cálido es una de esas cosas que alegran
la vida, no nos importó y así, medio bailando y medio volando, llegamos al
Paparazzo. Monita se comió un filete no sé cuánto y yo un atún con cosas que
estaban deliciosas y que, junto a un buen merlot con bosanova de fondo, nos
hicieron olvidar las pellejerías sufridas para llegar hasta allí.
Terminadas esas
delicatesen, volvimos al hotel para descansar un poquito y esperar al resto, es
decir, a Soledad/Horacio y Sandra/Harry, a quienes suponíamos llegando a eso de
las cinco-cinco y media y que terminaron llegando puntualmente a las seis. La
sorpresa de algunos fue grande, como muestra la cara de Coco cuando le fuimos a
tocar la puerta…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJGCiPyOuuyklCBSVUfr8WW2Rp1elzzTBXlIOichp3tMYnr2S6i8BRWlEZ1MlkCYws8tcXyWib3qBcfONgYZFZBPWbUV7lHqj5bF1GVCb89utgjEG3IMeQTdwG3F6fSWrGISQqtDkmIVMN/s320/Valpo007.jpg) |
cara de asombro? o de weón? |
En fin, una vez
organizados decidimos salir a patiparrear, comenzando con el puerto. Era la
hora mágica del crepúsculo, el que nos recibía con una tarde cálida sin viento
ni frío ni calor, y decidimos dar un paseo en lancha por la bahía. Era tan
mágico el momento que hasta Sandra se atrevió y se subió a la lancha que,
azotada por las rompientes del espigón, bailaba su silencioso vaivén con más
entusiasmo que de costumbre. Ya había oscurecido cuando recorríamos la bahía,
que nos regalaba con lo que el guía llamó “la Joya del Pacífico”, es decir, las
luces de la ciudad encaramándose entre los cerros y quebradas contra la
oscuridad de la noche… bonita vista sin duda.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2xLgYu0H4wWLPYLDcs3vUPCfjRPH5eYMMgt2Pn_pWTYloTblZ8L3vtvI35SlrsV_vbvZp62WYDE4wkmsyXw2ak-bZDYeRWTIiPRL7svSCHagaFw0L3l7BDhT50CyJDHb-COCJXFPdaWpj/s320/Valpo009.jpg) |
A la hora mágica, en el puerto... |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFFJ-yec65v4zosTt_le-aDoKF5GW72mYgQEaoWhp1R3PbbQaB5BxmbtbYmViRUZyHYbLrQ2ytGb01Mlso0Kc8lE1OvDeGb1w355NfOcjNrbvDyn5TD1u_rEKDwBIBZ79VANt4zQttiIsi/s320/Valpo003.jpg) |
en la lancha... de noche ya |
Luego de
desembarcar, nos fuimos por las calles casi vacías del centro hasta llegar a la
estación del ascensor cerro Concepción, gracias al cual subimos en tres patadas
y cuatro barquinazos hasta la civilización misma del paseo Gervasoni. Subirse a
un ascensor en Valpo no es cosa para débiles pero a esas alturas el ánimo del
grupo ya daba para cualquier cosa…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCZlypJtmxEpoSbKfQ8yxNMuswcapl0UIWCWuPHIQTSgt_82tEj22g3KjGMqpHykYMbxly6JZle2xQHUidLg6K9Q4oiQZc_DuD34AtwTkDle9jTyrjfXFNqYgIU9-gBluIZsoAcDnAAAmy/s320/Valpo002.jpg) |
jugando a tener julepe en el ascensor |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4wLLjCuRriGyXfJ6VfvzcX-K-Mx2YmDLTfoVcXMDD02hh8B3j3BsdovXD19lTqObMA4N-HELX-m8KL4s9RqJl5xZJr47Phhajp_QMlSsgrNO7m-rZ6MMnpg9dC7yA9DJwxE1EFAnAwKg0/s320/Valpo008.jpg) |
frente al museo de Lukas |
Llegados al
paseo, nos fuimos pajareando pajareando entre los bares, tiendas y cafés que
han traído nueva vida y esplendor a esas maravillosas casonas de antaño y las
callecitas que las cobijan. El café que mucho pedían lo tomamos, para envidia de todos aquellos que nos léen
desde sus casas, en las terrazas del famoso Café Turri, el que estuvo a la
altura de su prestigio con las delicias que nos dio a probar.
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en la terraza del cafe Turri |
Y ya más
calmados, partimos en busca del objetivo de la noche, que no era otro que el
famoso Bar Cinzano, allá abajo en la plaza Aníbal Pinto, donde desde hace más
de cien años se viene tejiendo parte importante de las más genuinas tradiciones
bohemias del puerto. La otra parte fue escrita con malva entre callejuelas
oscuras o bares y casas de las cercanías, de esas con grandes ventanales en el
segundo piso desde las cuales vuelan desgastadas cortinas iluminadas por sombras
que revolotean contra un fondo rojo pálido, ustedes entienden verdad? Bueno, el
Cinzano es de aquellos bares populares antiquísimos, de los que destilan quien sabe cuántos millares de historias desde sus viejas maderas, cansadas ya de cobijar cada noche las penas
y alegrías de sus comensales, algunos habitués, otros turistas de pasada, pero todos dispuestos a pasar un buen rato junto a los mismo olores,
sabores y colores que hicieron la historia del puerto. No se me hizo difícil
imaginar reyertas de choros porteños ahí mismo donde estaba sentado, salvando a
cuchillo limpio el honor y el amor de alguna pérfida, vaciando el trago amargo
de las penas de la vida desde esas mismas viejas botellas que enmarcaban las
estanterías del bar o terminando botado en el suelo junto al cantor de tangos mientras
los mozos, sin afanarse, te hacen el quite equilibrando los platos para ir a servir a los nuevos
comensales que se sentaron al fondo… qué volada no? Pues así es el Cinzano, ricos
y pobres, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, maricas y tortilleras, chilenos
y extranjeros, todos juntos, un verdadero crisol de almas, y todos vienen a lo
mismo.
Llegamos a la
hora justa para encontrar una mesa para seis esperándonos. Machas y almejas a
la parmesana para las princesas, caldillo de congrio para algunos y albacora en
salsa de mariscos para Harry, todo ello regado desde algunas botellas de
chardonnay Santa Ema reserva y varias jarras de borgoña en frutilla. Al
respecto sólo notar que las machas estaban deliciosas, las otras conchuelas
aparentemente también, el caldillo estaba criaturero y sudoroso y la albacora,
cuando llegó, dejó la vesícula y el hígado de Harry balanceándose entre el bien
y el mal, situación precaria que sólo un buen trago de Araucano logró
estabilizar.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGYtsC2tH_xvE1oPSWbCui9v-C7AANxT6f3z70vG2alXdXbVUBOH9GKPIC38jiIoUau8Le6sxYrStRD6FifkmLIAYd7Mk9le6jTwDuRNy-3JN97hxnr8ZIJyRCnkZOqak4IN6pzQKST_UR/s320/Valpo004.jpg) |
mientras la Albacora aún no llegaba |
A todo esto, desde
el momento mismo en que nos sentábamos fuimos recibidos por la música del
conjunto estable del local, el mismo que desde hace décadas hace fluir las
notas de Discépolo y Gardel, impecables en sus ternos gris brillantes y
corbatas arrebaleras, casi sin moverse (el tecladista ya no se movía) entonaban
tangos y tangos, incluso los que les pedíamos. Los tangos se turnaban con las
melodías latinas que entonaba una cantaora de la misma época que los músicos y
que logró hacer cantar a la Sole y a la Monita al ritmo de sus propias
palmaditas, de memoria se las sabían, un espectáculo que por sí sólo hizo que
todo valiera la pena. Luego le tocó el turno a Pepe Valencia, un cantaor
flamenco que nació con el ADN retorcido y que, tema tras tema tras tema, hizo
las delicias de Sandra y recordaban a Harry el sufrimiento de su panza; pero
que aún así pedía otra otra otra (vean el video). En fin, luego de varias
jarras de borgoña para acompañar el canturreo de tangos conocidos (en la balada
para un loco se las mandó el cantorcito ese, no lo neguéis!) salimos de allí
bien avanzada la noche, medio trastabillando y definitivamente trasquilados,
para ir en pos del descanso merecido.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXW_WpgNKxWIcQ0WHdpvb-3hzZdAhGluLmSGcqTVCB-ey4qKrj9y6BjdR4m8ahzH4nXq5i7jtUzHdBrnGNqJWrpw5iGGuADUjiS40CAXHQQR6vWMOzfk0h_rn8bBAI_U46RQrtc0K7PhPF/s320/Valpo005.jpg) |
Volver... con la frente marchita... |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSCm5clid6HTrfBg6KyQYlb1sjzunpsvscwH7xmXF2uKHQjEMNOFhCC1n4AvTIVh7bQfID5Tu8N9nMA5p0aKUiZl0UWxIvDnZ7zdJvoInSQ8tqA6QM36sYSD36zmTAPvpQgcCzDPY5-LVP/s320/Vital.jpg) |
La magia del Photoshop! |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoJ1iNlnflaVL6aFK-er10p4PHaZeIgezCGwd_f_9XT-Tpbe07tylT_4fhH9NRmSt-rsopJCDHG_QKwhMbnUeMDj1o7_A9oaOVxY21l75ELsd2pe78CIrsLL4A8_ECLI05q0Bcy2_LGUNy/s1600/espejo01.jpg) |
Espejito espejito... quien es el canoso más bonito? |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrJX3xsut8A4F5g855hCFrv_OCPHl3QKLSR-bL_u1Tj_2jZi-X3FntUirb6T_1ehY2GhvN_Zr_Z7ClR2QhvgcS4reItJaj5FNztdSSEJsOkNlxPskrqXybRLJK-o8d3OG_I8zV6CMTB9i7/s1600/salud02.jpg) |
Salud... |
Al amanecer del
domingo, tras el desayuno que casi no fue, y del baile del caño que tampoco,
llegamos de nuevo al paseo Gervasoni al café museo de Lukas, a quien mostramos
nuestro respeto y agradecimiento por décadas de buenos dibujos y mejor humor. A
partir de ese momento, Vilma y yo tomamos el camino de regreso a la capitale,
con las obligadas escalas en Lo Vasquez y dulces Agua de Piedra, mientras el
resto de los comensales se fueron a maltratar a la caleta Portales y esperemos
que ellos mismos nos relaten esa parte del viaje en los comentarios que siguen.